Los niños que ya no miran a las estrellas

Niños Cogiendo Estrellas

Niños Cogiendo Estrellas

Llevo dos semanas hablando y trabajando con tecnología, y siendo como soy una persona con facilidad para aburrirse en cuanto algo se hace medianamente cotidiano, hoy quiero hablar de algo más personal.

El otro día viendo en la tele un programa sobre misterios, extraterrestres, fantasmas, etc… (Si, la nave del misterio), me dio por pensar lo siguiente:

Recuerdo cuando era niño en la aldea que nací y crecí. Como muchas noches de verano y algunas del invierno, las que acompañaba el tiempo, los niños nos quedábamos por las noches acostados sobre un prado, hablando de nuestros temas y mirando las estrellas.

A veces, no pocas, las conversaciones típicas de niños de diez años, derivaban hacia temas metafísicos sobre si el universo era o no infinito, sobre de dónde veníamos etc.

No pocas veces durante una de esas charlas transcendentales, observamos en el cielo objetos que no éramos capaces de identificar, a veces por su forma, por su luminosidad y algunas las menos, por su forma de moverse entre las estrellas.

Y he recordado como el primero que lo veía decía sin ningún miedo “mirar, mirar, un Ovni”. Recuerdo también, en el pueblo, sin alumbrado por aquella época, que no era poco frecuente escuchar en boca de un anciano, un padre de familia o del dueño del bar, que si ayer fulanito o menganito vieron un Ovni encima de tal colina…. Curioso.

Y lo importante no es si era un medio de transporte de una civilización de fuera de esta galaxia, o si era un Ovni, o un UFO, o un OVNSY (Objeto que Vuela que No Se qué Ye). Lo realmente importante es la naturalidad con la que se hablaba del fenómeno en cuestión.

A veces tengo la sensación de que cuando era niño podía ver cosas que ahora no puedo, como si en un momento de mi preadolescencia, hubiese perdido la conexión con un mundo mágico que por aquel entonces tenía más que aceptado. Lo más curioso, es que además de esta desconexión, también tengo una pérdida de memoria sobre estas situaciones.

Es posible que lo que uno imagina no se quede grabado con igual intensidad que lo que uno vive o piensa, o que en un momento de nuestra niñez perdamos nuestra conexión con el mundo mágico, con el mundo imaginario.

Pensando en esto, me di cuenta de cuánto tiempo hace que no miro a las estrellas, creo que años. En las ciudades en las que he vivido después de salir de aquella aldea, los edificios, la iluminación, la polución, hacen de esto una misión imposible.

Y lo peor es que estoy seguro, que de aquella pandilla de amigos, que pasábamos el verano mirando al cielo, ninguno de ellos ha vuelto a mirar a las alturas.

Hoy más que nunca, es necesario volver a mirar hacia arriba, conectar con nuestra imaginación con nuestra parte creativa y con nuestro mundo mágico.

Los jóvenes tienen que cuestionarse más cosas que cual marca de deportivas comprar, o a que red social conectarse.

Esa duda, ese ejercicio de imaginación y cuestión de lo establecido, es la vía por la que un país como el nuestro puede pasar las dificultades y prosperar en un nuevo orden económico mundial.

Porque, no lo olvidemos “la verdad está ahí fuera”, solo tenemos que imaginarla.

Saludos.

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